Pocas cosas nos hacen sentir más vivos que la música. La simple combinación de los sonidos con el ritmo produce vibraciones que mueven cada parte de nuestro cuerpo y nuestra mente, sintonizando nuestro ser con un abanico de sensaciones y experiencias. Es una forma de expresión con códigos particulares que complementan la comunicación e impactan nuestro estado de ánimo y desarrollo interpersonal.
Los efectos de la música pueden validarse fácilmente. Son diferentes las sensaciones y pensamientos que tenemos cuando escuchamos sonidos agradables o ruidos molestos; incluso, la sensación es totalmente distinta cuando permanecemos instantes rodeados de silencio absoluto. Escuchar una canción con ritmo lento suele evocar calma, tranquilidad y sentimentalismo mientras que las más rápidas, suscitan excitación, movimiento, activación y en algunos casos estrés. Lo mismo sucede cuando captamos sonidos muy agudos y se produce una sensación de alerta y aumento de reflejos, o por el contrario, sonidos muy graves, los cuales marcan sensaciones de tranquilidad y en algunos casos pesimismo.
Cuando hablamos de música, además de los efectos que produce en quienes la perciben, quienes la componen e interpretan, intentan comunicar un mensaje especial, contarnos una historia, hacernos reflexionar. Muchas de las letras que componen la canción reflejan historias personales, historias cotidianas que si bien, para el autor pueden ser únicas, para quienes la escuchan puede significar una lectura de un capítulo de vida, el reflejo en un espejo y la solución a encrucijadas y dudas.
La mágica conexión de la letra y música con los recuerdos y estados de ánimo de las personas, determinan un guión que nos acompaña durante todas las actividades del día, en los momentos más sublimes, y en aquellos donde las cosas no salen del todo bien.
Es igual cuando conocemos a alguien, y cada vez que pensamos en la persona, suele acomparñarnos su recuerdo con sonidos y melodías particulares, así como también, al escuchar melodías, las identificamos de inmediato con esa persona. En cada viaje, cada momento del paseo y los lugares que conocemos, piensa solo un momento, y te darás cuenta que de música de fondo, existe una melodía junto a las imágenes que recuerdas.
¿Cómo el sonido de la lluvia nos transporta a un juego de imágenes y recuerdos? ¿Por qué al escuchar esa canción, los enamorados sonríen y piensan en la persona amada? ¿De qué forma un bebé se comunica en el vientre de la madre al escuchar voces o sonidos?
La vida es música, la música es vida. Todo lo que es capaz de vibrar es capaz de producir sonido. La combinación perfecta entre la melodía, la armonía y el ritmo se encuentra dentro de nosotros. Es nuestra alma la que transforma esos sonidos y silencio en música. Cada momento que vivimos, vamos enriqueciendo nuestro repertorio musical. Con el tiempo, son horas y horas de música que vamos almacenando en la memoria.
Porque la vida es un soundtrack...
Los efectos de la música pueden validarse fácilmente. Son diferentes las sensaciones y pensamientos que tenemos cuando escuchamos sonidos agradables o ruidos molestos; incluso, la sensación es totalmente distinta cuando permanecemos instantes rodeados de silencio absoluto. Escuchar una canción con ritmo lento suele evocar calma, tranquilidad y sentimentalismo mientras que las más rápidas, suscitan excitación, movimiento, activación y en algunos casos estrés. Lo mismo sucede cuando captamos sonidos muy agudos y se produce una sensación de alerta y aumento de reflejos, o por el contrario, sonidos muy graves, los cuales marcan sensaciones de tranquilidad y en algunos casos pesimismo.
Cuando hablamos de música, además de los efectos que produce en quienes la perciben, quienes la componen e interpretan, intentan comunicar un mensaje especial, contarnos una historia, hacernos reflexionar. Muchas de las letras que componen la canción reflejan historias personales, historias cotidianas que si bien, para el autor pueden ser únicas, para quienes la escuchan puede significar una lectura de un capítulo de vida, el reflejo en un espejo y la solución a encrucijadas y dudas.
La mágica conexión de la letra y música con los recuerdos y estados de ánimo de las personas, determinan un guión que nos acompaña durante todas las actividades del día, en los momentos más sublimes, y en aquellos donde las cosas no salen del todo bien.
Es igual cuando conocemos a alguien, y cada vez que pensamos en la persona, suele acomparñarnos su recuerdo con sonidos y melodías particulares, así como también, al escuchar melodías, las identificamos de inmediato con esa persona. En cada viaje, cada momento del paseo y los lugares que conocemos, piensa solo un momento, y te darás cuenta que de música de fondo, existe una melodía junto a las imágenes que recuerdas.
¿Cómo el sonido de la lluvia nos transporta a un juego de imágenes y recuerdos? ¿Por qué al escuchar esa canción, los enamorados sonríen y piensan en la persona amada? ¿De qué forma un bebé se comunica en el vientre de la madre al escuchar voces o sonidos?
La vida es música, la música es vida. Todo lo que es capaz de vibrar es capaz de producir sonido. La combinación perfecta entre la melodía, la armonía y el ritmo se encuentra dentro de nosotros. Es nuestra alma la que transforma esos sonidos y silencio en música. Cada momento que vivimos, vamos enriqueciendo nuestro repertorio musical. Con el tiempo, son horas y horas de música que vamos almacenando en la memoria.
Porque la vida es un soundtrack...
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