Cuenta la historia que existió un día lo imposible. Inalcanzable objeto de deseo para aquellos que desde su infancia escuchaban sobre su ser y momentos mágicos a su lado. Tan solo pensar en su llegada causaba el desborde de los más variados sentimientos: desde el miedo, la ira, hasta la alegría máxima... todo dependiendo del ánimo y el día que tuviesen los protagonistas.
Pasaba el tiempo y lo imposible continuaba alrededor, siendo nombrado, aplaudido, alabado por quienes agradecían su presencia, sus mágicos poderes, poderes que transformaban las vidas más simples en versos con rima subliminal, versos que edificaban una poesía gigantesca que alcanzaba más allá de las nubes. Pero por otro lado su presencia causaba en algunos tristeza, nostalgia, miedo al sufrimiento por tantas pérdidas y dolor que causó alguna vez lo imposible. Mucho daño había ocasionado ya en el mundo como para pensar que su estadía cerca no quebraría el alma de quienes le enfrentaran.
Hace algunos años ella se acercó demasiado, sabiendo que su vida cambiaría. Era lo que siempre le habían dicho: "serás feliz cuando encuentres lo imposible". Fue un tiempo excelente, un espacio donde no había momentos sin sueños sublimes, donde los días transcurrían con la sonrisa que su ser ya no podía contener, iluminando todo su cuerpo. La vida era perfecta, solo había que continuar escribiendo la historia, creyendo en la ilusión... lo había alcanzado. Pero las preguntas comenzaron, los cuestionamientos a la fe fueron creciendo: ¿Era realmente esto lo imposible?¿No sería solo una mentira?¿Cómo podía estar segura? Y la duda se apoderó de sus días, nublando la luz de los amaneceres. Cada día pasaba solo en el calendario, las horas transcurrían simplemente en los relojes. El tiempo se había detenido atrapando su alma en una prisión oscura. Ahora cada instante se repetía una y otra vez con el mismo sabor. Los sentidos habían perdido su capacidad. Lo imposible desapareció, sucediendo lo que aquellos a quienes no quiso escuchar le habían advertido.
Hace algunos años él conoció los relatos de quienes mantuvieron contacto con lo imposible. Poco le importaba su presencia o ausencia. Realmente era feliz viviendo su vida de la forma como la diseñaba cada día al despertar, borrándola luego al dormir. No hacía falta nada ni nadie que le enseñara la magia prometida por lo imposible. "La magia es solo el nombre que le damos a los eventos que nos sorprenden y somos incapaces de explicar su origen y funcionamiento" -solía decir-. Su hogar eran las fiestas y celebraciones, viajes continuos sin destino planificado. El presente era infinito, el futuro una ilusión que se repetía desde el pasado. Pero un día recorriendo el camino conocido, la vía lo llevó por un terreno en muy mal estado, al que hace tiempo no le realizaban mantenimiento adecuado, obligándolo a ir lento, agotando poco a poco sus fuerzas. Se detuvo entonces a descansar. Nada a su alrededor llamaba la atención, salvo el pequeño pedazo de un espejo que alguien había abandonado. Lo recogió y por primera vez observó su rostro; descubrió quien era, recordó cada uno de los momentos que había vivido y se preguntó por qué nunca había conocido lo imposible... entonces despertó.
Un nuevo día comenzaba y ella decidió mirar el calendario para saber qué fecha era. Al prepararse para salir, observó que a su espejo le faltaba un pedazo. Él despertó muy tarde, porque su reloj hace horas se había detenido. Tendría que conseguir uno nuevo. Salieron a la calle buscando cada cual un motivo para continuar y cambiar, para vivir lo que el destino quisiera.
Hay tantas encrucijadas y caminos diferentes, que esa día lo imposible se cruzó en el medio de los dos para permitir que lo justo ocurriera: ella encontró el trozo del espejo en sus manos... él descubrió el tiempo en el reloj que brillaba en sus ojos. Lo imposible sonreía e invitaba a ambos a descubrirse y conocerse, poco a poco hasta que pudiera regalarles su sonrisa. Hablaron largas horas, más las miradas y el cuerpo que las palabras y recuerdos. El le preguntó si conocía lo imposible, algo que nunca había podido encontrar... entonces ella le explicó lo que era y fue capaz de regalarle con su descripción una nueva definición de la magia... hasta que una lágrima se confundió con una sonrisa. El secó su lágrima y la tomó de la mano. Se levantaron y comenzaron a caminar; y a su lado observaron una sombra de algo que parecía lo imposible.
Era la historia de ambos, el camino compartido que lo imposible unió. Era ya tiempo de darle un nombre. El la abrazó, ella lo acarició... entonces decidieron llamarlo amor...
Autor: Oliver Ortiz
@oonet
Hace algunos años él conoció los relatos de quienes mantuvieron contacto con lo imposible. Poco le importaba su presencia o ausencia. Realmente era feliz viviendo su vida de la forma como la diseñaba cada día al despertar, borrándola luego al dormir. No hacía falta nada ni nadie que le enseñara la magia prometida por lo imposible. "La magia es solo el nombre que le damos a los eventos que nos sorprenden y somos incapaces de explicar su origen y funcionamiento" -solía decir-. Su hogar eran las fiestas y celebraciones, viajes continuos sin destino planificado. El presente era infinito, el futuro una ilusión que se repetía desde el pasado. Pero un día recorriendo el camino conocido, la vía lo llevó por un terreno en muy mal estado, al que hace tiempo no le realizaban mantenimiento adecuado, obligándolo a ir lento, agotando poco a poco sus fuerzas. Se detuvo entonces a descansar. Nada a su alrededor llamaba la atención, salvo el pequeño pedazo de un espejo que alguien había abandonado. Lo recogió y por primera vez observó su rostro; descubrió quien era, recordó cada uno de los momentos que había vivido y se preguntó por qué nunca había conocido lo imposible... entonces despertó.
Un nuevo día comenzaba y ella decidió mirar el calendario para saber qué fecha era. Al prepararse para salir, observó que a su espejo le faltaba un pedazo. Él despertó muy tarde, porque su reloj hace horas se había detenido. Tendría que conseguir uno nuevo. Salieron a la calle buscando cada cual un motivo para continuar y cambiar, para vivir lo que el destino quisiera.
Hay tantas encrucijadas y caminos diferentes, que esa día lo imposible se cruzó en el medio de los dos para permitir que lo justo ocurriera: ella encontró el trozo del espejo en sus manos... él descubrió el tiempo en el reloj que brillaba en sus ojos. Lo imposible sonreía e invitaba a ambos a descubrirse y conocerse, poco a poco hasta que pudiera regalarles su sonrisa. Hablaron largas horas, más las miradas y el cuerpo que las palabras y recuerdos. El le preguntó si conocía lo imposible, algo que nunca había podido encontrar... entonces ella le explicó lo que era y fue capaz de regalarle con su descripción una nueva definición de la magia... hasta que una lágrima se confundió con una sonrisa. El secó su lágrima y la tomó de la mano. Se levantaron y comenzaron a caminar; y a su lado observaron una sombra de algo que parecía lo imposible.
Era la historia de ambos, el camino compartido que lo imposible unió. Era ya tiempo de darle un nombre. El la abrazó, ella lo acarició... entonces decidieron llamarlo amor...
Autor: Oliver Ortiz
@oonet
Hermoso relato, es así. lo imposible está ahí cerquita pero hay que pasear primero por el laberinto para entenderlo, ley de vida, de repente todo se vuelve línea recta y convergemos (como dice la canción).
ResponderEliminarSiempre sonrío y estoy pendiente de os tweets de Oliver, hoy la sonrisa duró mas tiempo cosa que creí "imposible"
Un abrazo
Excelente Oliver! Que bueno que ese ingenio no es un imposible y ya tiene su espacio en la blogósfera! Espero leer los próximos posts! :)
ResponderEliminar@milss